Me encontraba en las habitaciones que para mí habían
dispuesto, todavía pensativo ante todo lo ocurrido hace unas pocas horas.
Ese día tomé la decisión más dura y dolorosa de todas las
que me había atrevido a imaginar. Volvería a tratar de contactar con Dios, si
no recibía ninguna respuesta… Sacudí la cabeza tratando de alejar esa idea de
mi cabeza, pero tenía tanta fuerza y era tan perturbadora que no me fue
posible. Así que, con un ímpetu que jamás había empleado, recé mis oraciones, primero recé por
las almas de mis padres, aquello pareció ser bien recibido pero, cuando me
dispuse a pedir por mi hermana y por mí mismo, de nuevo silencio. Nada.
Mi cabeza no era capaz de asimilar que aquello estuviera
pasando. No a mí. No así.
Caín decía que tenemos un gran poder, y llegó el momento de
ponerlo a prueba. Cerré los ojos y dije:
-Sé muy bien que existes, que estás en algún lugar, que para
que en este mundo exista el mal, hay que pronunciar tu nombre.
En ese preciso instante sentí un escalofrío recorriéndome de
lado a lado. Pero nada más, ninguna señal, no era suficiente, y no podía
contentarme con la suficiencia tan siquiera, mi corazón ya no palpitaba, y
anhelaba saber. Así que proseguí.
-Soy consciente de que me escuchas, conozco lo que cuentan
de ti las leyendas y cuentos, mas siento que no conozco verdaderamente tu
historia- Mentí, no necesitaba saber, pero Él jugaba con tretas y trampas, y ya
trataba de llegar hasta su presencia jugando al mismo juego, corriendo el
riesgo.- Si es cierto que soy fruto de tu aura, si es cierto lo que cuentan las
historias, dime, alza la voz, mi alma necesita oírte para vivir en paz.
-Vivir…
La respuesta llego a mis oídos, o mejor dicho a mi mente,
gélida como el hielo en enero. Cerré los ojos, con un gesto de victoria en mi
rostro, pero a la vez uno de pánico y miedo. Lo había logrado, hablar con Él,
era todo lo que deseaba..¿o no? Pese a todo, no tenía nada que perder, solo
poseía una vida que no me merecía la pena, una familia rota, un alma condenada
y, ahora también, el rostro empapado de lágrimas.
-¿Dime joven? ¿Qué hay de realidad en las
leyendas?-prosiguió.-¿Crees todo lo que dicen?
¿Por qué debía contestarle? Si bien estaba anteriormente convencido de que no tenía nada que perder, conforme la conversación avanzaba la sombra de la duda me iba inundando poco a poco. ¿Por qué temer? Él fue el único que me recibió cuando todos me rechazaron, incluso cuando Dios me dio cruelmente la espalda Él no me falló y acudió a mi primera llamada. Y lo que pensé cuando las palabras de Caín resonaron de nuevo en mi memoria sobrepasó lo agónico y horrendo: ¿Acaso se podía esperar algo más de un Padre?
-Se rumorea que todas las historias tienen parte de verdad.
Pero habría que ser idiota para creer todo lo que dice cada una de las
historias.-Me limité a responder con premeditada precaución.
-Muy sabias palabras, y sin embargo, afirmas que para que el
mal inunde el mundo mi nombre debe estar detrás.- Aquello acalló mis ruidosos
pensamientos . ¿Se estaba excusando por algo?- Mas también rogaste conocer mi
historia, y te aseguro que mis labios no ocultaran la verdad; no seré profeta
que desea convencer y alistar adeptos para sentirme poderoso, no seré cruel
bastardo que con sus mentiras busquen confundirte para que me guardes ciega
fidelidad. –No cabía en mí del asombro, sinceridad, sí, eso era todo lo que
necesitaba, que por primera vez alguien me brindara la verdad, y nada más que
la verdad, con sus palabras.- Tan solo te hablaré como confesor, no como amigo
ya que la verdad es que no me importa lo más mínimo.
Solo como compañero de penas y desgracias…