Me recuperé del golpe...No, para poder haberme recuperado debería haberme golpeado, pero lo cierto es que caí con tal suavidad en el suelo, que una pluma de pavo real me habría envidiado; o al menos eso sentí.
Pero el mazazo que sentí en mi interior fue mucho peor que si de veras me hubiera golpeado, estaba atrapado en ese infame mundo, obligado a ser alguien quien en realidad no era y a convivir conmigo mismo durante la eternidad.
Cualquier avaro habría soñado con estar en mi posición, sin ataduras, ni terrenales ni tan siquiera vitales,¡pobres miserables! Si existía algo peor que la muerte eso era no poder morir. Era el mejor de los regalos que tenían los vivos; poder descansar y encomendar su alma a Dios. Para mi alma no había salvación ya, y para mi sufrimiento jamás existiría descanso, sin duda, el sufrimiento que aquel día padecí no he vuelto a experimentarlo jamás.
Y de nuevo en la desesperación ya encontré, la única salida disponible. La última puerta abierta cuando las demás ya habían sido demolidas brutalmente.
Aquellos horribles hombres tenían un plan para mí, debía saber cual era, y si me merecía la pena cumplirlo. Complacer a esos hombres era lo último que deseaba, mas era consciente de que dentro de muchos años cuando todo lo perecedero de este lugar caduque, como las hojas al llegar el otoño, seríamos solo nosotros los que quedaríamos sobre la faz de esta, ya lúgubre para mí, tierra.
Caminé hacia el castillo de nuevo, y toqué una vez más a las puertas del infierno, pero esta vez estaba prevenido, no volvería a errar de nuevo.
-Has vuelto- musitó la mujer de la puerta sin un ápice de humanidad en su rostro, debía ser como el resto.
Me encogí de hombros y me dispuse a solicitar una entrevista con aquellos que habían cambiado mi vida.
Pero antes de darme tiempo a retomar la conversación la bella mujer me señaló una puerta, como si se hubiera colado en lo más recóndito de mi mente y hubiera sabido lo que deseaba sin antes yo pedirlo. Eso me asustó, pues no sabía hasta que punto mis pensamientos estaban expuestos.
Me planté de pie ante las pesadas puertas de madera caoba, y golpee quedamente a la puerta; en ese instante supe que debía entrar.
Pero fui consciente de que un hombre no era capaz de abrir esas puertas del tamaño del propio árbol del cual estaban extraídas, pese a ese coloque mis manos sobre la puerta y con un leve empujón estas se abrieron de par en par. No había adquirido una fuerza sobrehumana de eso era consciente, puesto que por muy fuerte que fueras con el roce de una mano no se puede mover semejante peso...no, debía de ser algo más.
-Ian, te estábamos esperando necio, como te has atrevido a tratar de quitarte la vida, el regalo que nosotros te entregamos en nuestra confianza despreciado y malgastado por un muchacho estúpido.-dijo Gabriel con los ojos inyectados en sangre preso de la ira, parecía ser el único que se dejaba llevar por sus pasiones internas.-Suerte que tu hermana difiere tanto de ti.
Mi hermana... ¡LUCY! Oh Cielos, la había olvidado de nuevo.
Caín en cambio, se dirigió a mí de una manera mucho más cordial, aunque se trataba de una falsa cordialidad desde luego.
-Obraste mal muchacho, te precipitaste es cierto.-hizo una pausa pensativo, para esos seres el tiempo no fluía del mismo modo, parecían ajenos a él. No, no lo parecían, lo eran, eran inmortales al igual que yo.- Mas acércate, te lo ruego.
Cuando me acerqué de nuevo al salón de los tronos, vi una sombra que no recordaba estuviera allí, una sombra rubia y con rostro, que desde luego, no era de modo alguno ninguna sombra.
-¡Hermano!-grito ella, al tiempo que se abalanzaba sobre mi y rodábamos por el frío suelo de mármol rojo. De nuevo, el golpe, pese a que estuve esperándolo, no llegó nunca. Tras incorporarnos ella me miró y me hablo con su tono afable- No estés triste hermanito, papá y mamá no sufren ya, ellos no estuvieron a la altura de unos planes mucho superiores, por fortuna, nosotros si lo estamos.
Súbitamente, me separé de ella, ¿cómo era posible que aquellas palabras salieran de sus labios en un tono tan desenfadado, cuando en realidad debía de ser triste y lleno de pesar? ¿Qué planes tendrían aquellos hombres para nosotros, serían lo suficientemente relevantes como para que pudiera perdonar la muerte de las personas que me trajeron al mundo?
Caín se acercó a mí, sin pronunciar palabra alguna, y me indicó que le siguiera, no con la mirada ni con un gesto, simplemente supe que debía ir tras sus pasos. Andamos sin cesar hasta llegar a un sucio callejón de mi aldea, lo conocía muy bien. Allí sentado había un hombre, mas no pude adivinar esta vez cuál era su papel en todo ello.
-Ahora comprenderás, Ian, el poder que posees, que poseemos.
Caín se acercó al desdichado hombre, que se encontraba cantando una melancólica canción...
..."Lion era un ciego con guantes de latón
un día iba paseando entonando una canción,
llegado a una montaña mil veces tropezó,
pero Lion era fuerte y mil y una veces se levantó..."
El hombre no pudo terminar nunca su canción, se quedo mudo y se puso a mirar el horizonte.
-Que extraño, no consigo recordar la letra...
Caín se sonrío y me lanzó una mirada cómplice, y el hombre lanzó un grito ahogado y lloró amargamente. Poco duró su llanto, miró al frente y no se movió mas que para acunar su cabeza entre su regazo y sollozar asemejándose a un infante.
No es justo, ese hombre era feliz, no tenía nada, al igual que yo, tan solo estaba a salvo en su mente, en sus propios pensamientos, en aquellos bien atesorados recuerdos de una vida ya pasada. Pero eso ya no era del todo cierto. Miré a Caín recriminatoriamente, y al cruzar nuestros iris en una sola mirada una avalancha extraña se apoderó de mi mente, una oleada de imágenes me invadieron, un nacimiento al que yo jamás asistí, una infancia que nunca viví, la vida de un hombre que no era yo, la vida de aquel pobre y miserable mendigo.
Entonces una lágrima rodó sobre mi mejilla y entoné...
..."Lion era un ciego y un mal día tropezó...
El hombre miró ilusionado hacia mí.
-Sí, esa es, así continuaba la canción-musitó.-Por favor, dime como sigue la letr...
No pudo terminar esa frase jamás, ya que su mirada que ya se encontraba perdida en el horizonte, había dejado de ver, su corazón no emitió un solo latido más, había muerto.
Entonces llorando desconsoladamente canté...
..."con tanta mala suerte que un barranco encontró
el pobre la caída no pudo soportar
y alzando humilde el vuelo... a... la... muerte... fue a abrazar"
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