Esa gente que tanto le gusta hablar, decir frases emotivas con palabras dulces que a todos nos gusta escuchar, pero, analiza bien lo que dicen, porque en el fondo sabes, que aunque te pases una vida entera escuchándoles no dicen nada.
Ellos te encandilan con las palabras, intentan que sigas sus consejos porque consideran que solo son válidas sus formas de vida. No nos mienten, es cierto, pero tampoco son sinceros pues lo que muestran no es más que una pequeña parte de lo que callan; camuflan la verdad utilizando eufemismos y mensajes sensacionalistas. Mensajes que maquillan la esencia de la verdad, que nos impiden ver lo que realmente es; y es que si nos dejamos encantar por sus palabras nunca seremos capaces de captar realmente lo que nos dicen.
Por eso te digo no confíes en aquel que te dice lo que quieres escuchar, solo aquellas palabras que te sientan bien, pues no tardarán en traicionarte. Ellos te dan una perspectiva distorsionada de la realidad, y aunque sea cierto que la verdad duele, no dejan de ser eso: la verdad.
Dejemos a un lado los prejuicios y comodidad que nos da alguien que nos regala los oídos, y valoremos más a las personas que siempre son sinceras, esa gente que nos muestra las cosas como son, verdaderos amantes de la verdad. Siempre serán agradables una frase hermosa o unas palabras amables, siempre y cuando estas vengan cargadas nada más que de sinceridad. Pero esto no quiere decir que haya gente dispuesta a tolerar que se le mienta, o peor aún que se les ofrezca demagogia para convencernos de algo que en realidad nada importa, de algo del cual, si nos parasemos a pensar nunca nos dejaríamos convencer.
Siempre cabrá destacar que las palabras siempre se usan con un fin, y este es expresar una idea, en el momento en que este fin se pierde o se transforma, las palabras dejan de serlo.
Y es que hay tanta gente que habla tanto sin decir nada que cada vez se hace más difícil elegir a quien de verdad merece la pena escuchar.
Y es que hay tanta gente que habla tanto sin decir nada que cada vez se hace más difícil elegir a quien de verdad merece la pena escuchar.
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